El desbordamiento del lago represado en el arroyo Matai’an (馬太鞍), en Hualien (花蓮), provocado por el paso del tifón Ragasa (樺加沙), arrasó la localidad de Guangfu con graves consecuencias. Muchos ciudadanos cuestionaron por qué no se tomaron medidas preventivas para evitar la tragedia. Sin embargo, al hacerse públicos los registros de monitoreo del “lago represado de Matai’an”, se comprendió la complejidad de la situación. Según expertos, la ubicación remota dificultaba el acceso de los equipos de ingeniería, y realizar excavaciones o voladuras sin planificación podía provocar un colapso repentino de la presa natural, con daños aún mayores.
Este lago represado se formó en julio, tras el tifón Wipha (薇帕), cuando un deslizamiento de tierras bloqueó el cauce en terrenos forestales estatales. Desde entonces, las autoridades venían vigilando el nivel del agua. De hecho, imágenes captadas entre el 6 y el 15 de septiembre mostraban que el embalse estaba muy lleno. El Servicio de Conservación Forestal estimaba que, sin lluvias extremas, el desbordamiento se produciría hacia mediados de octubre, sin riesgo de colapso. Pero la llegada del tifón Ragasa adelantó el proceso y causó severas inundaciones y víctimas en Guangfu (光復).
El profesor Chen Wen-shan (陳文山), del Departamento de Geología de la Universidad Nacional de Taiwán, explicó que no era posible utilizar explosivos ni maquinaria pesada, ya que no había carreteras de acceso y los bloques de roca eran demasiado grandes. Intervenir precipitadamente podría haber causado un derrumbe masivo. Por ello, la única medida viable era reforzar los diques aguas abajo, aunque estos también fueron dañados. Casos similares, como el ocurrido en 2023 en el río Chilcotin (Canadá), muestran que la opción de monitorear y dejar un desbordamiento controlado, con protecciones adicionales, podría servir como referencia para Taiwán en el futuro.