El Gobierno denunció que Pekín está ampliando su “jurisdicción de largo alcance” y su “represión transfronteriza” con la implementación de nuevas normas como las opiniones en los 22 puntos sobre el castigo al separatismo. Según el ministro de Relaciones Exteriores, Lin Chia-lung (林佳龍), China continental no solo utiliza instrumentos legales para presionar, sino también tácticas de guerra psicológica destinadas a crear un clima de miedo y autocensura dentro de la sociedad taiwanesa. Exteriores ha elaborado protocolos de respuesta y los ha distribuido a todas las representaciones diplomáticas para asistir a los ciudadanos que puedan ser objeto de estas medidas.
Durante una sesión parlamentaria, la diputada Lo Mei-ling (羅美玲) alertó de que el alcance de las sanciones se ha ampliado notablemente y ahora involucra a más organismos estatales, incluidos los servicios de seguridad. Lin Chia-lung respondió que el PCCh mantiene una lógica de lucha y control desde sus orígenes, y que los taiwaneses deben extremar las precauciones cuando viajen a territorios o países cercanos a Pekín. Recordó que China continental ya había puesto en marcha hace dos décadas las llamadas “Tres Guerras”: la legal, la mediática y la psicológica, cuyo objetivo es socavar la moral y la estabilidad de Taiwán sin recurrir a la fuerza militar directa.
La Agencia de Seguridad Nacional añadió en su informe que estas acciones forman parte de una estrategia más amplia para aislar diplomáticamente a la isla, debilitar su soberanía y fomentar el miedo y la división social. Según el informe, el gobierno de Pekín pretende que la amenaza de persecución legal desincentive cualquier expresión de identidad o política considerada “separatista”.
Por último, el Ejecutivo taiwanés advirtió de que la aplicación de leyes como la Ley Antiespionaje o los 22 puntos incrementa los riesgos para los ciudadanos taiwaneses que viajen a China continental o a países aliados de Pekín. Estas disposiciones, combinadas con campañas de propaganda y vigilancia digital, buscan extender la influencia del PCCh más allá de sus fronteras, convirtiendo la presión jurídica y psicológica en herramientas clave de su estrategia de unificación.